Existe un tipo de delito que afecta a empresas que realizan pagos de facturas mediante transferencias. Se trata del fraude del correo electrónico corporativo, en inglés Business E-mail Compromise o BEC.
A la hora de intercambiar información sobre facturas a través del correo electrónico, los delincuentes suplantan la identidad del proveedor encargado de emitirlas. Después, modifican estas facturas cambiando el IBAN de la cuenta a la que debe realizarse la transferencia de dinero. Así es como consiguen engañar a las víctimas. Para obtener información de la empresa, las facturas y la dirección de correo del proveedor, el ciberdelincuente accede previamente al correo de la víctima, posiblemente descifrando la contraseña.
En caso de haber sufrido una estafa de este tipo y se ha hecho una transferencia a una cuenta falsa, es importante contactar con la entidad bancaria lo antes posible.
Cabe destacar que las transferencias son mandatos de pago irrevocables y las entidades no están facultadas para ordenar la devolución sin el consentimiento del titular que se ha beneficiado. Al menos, de conformidad con las buenas prácticas y los usos financieros, a la entidad se le exige que haga esfuerzos razonables por intentar recuperar el importe transferido, contactando con el banco receptor.
Cada vez se utilizan métodos más sofisticados que dificultan exponencialmente la identificación de una dirección de correo falsificada.