En épocas de rebajas, compras navideñas, o promociones como el Black Friday, grandes y pequeñas marcas pueden aprovechar para averiguar más sobre los consumidores, y hacerles llegar sus mensajes publicitarios. Estas grandes citas comerciales también son tiempo de máxima actividad para los ciberdelincuentes, los usuarios pueden ser objeto de fraude digital. Desde SMS muy convincentes, en los que suplantan, por ejemplo, una empresa de mensajería que intenta entregar un paquete, a llamadas de voz con ofertas seductoras que esconden un fraude. Las personas o empresas que cometen un fraude digital puede ser que conozcan el nombre del consumidor, el número de teléfono, o incluso la cuenta de correo electrónico.
A menudo, estos datos los facilita el mismo usuario, a través de un correo electrónico, un mensaje breve de texto, un anuncio o un formulario. También se puede tratar de una llamada en la que el estafador/a pide suficiente información para hacer una especie de retrato robot del consumidor y trazar un mapa de cómo llegar a él. Existe una tendencia a normalizar acciones como rellenar casillas con los datos personales o aceptar condiciones de uso sin revisarlas a fondo, lo que puede derivar en ceder información personal automáticamente.
Hay que ser consciente de que nuestra información es muy valiosa, y por eso la codician, tanto todo tipo de empresas como ciberdelincuentes. No conviene exponerse confiando los datos personales sensibles a cualquiera, eso no solo convierte al usuario en un objetivo para el correo electrónico no deseado (correo basura o spam) y el correo comercial, sino que también lo hace vulnerable delante de estafas, y ninguna recompensa ni descuento lo vale.